La princesa que no quería ser rescatada

...y el dragón fue testigo de cómo escalabró al príncipe.

10 diciembre 2006

Sinvergüenzas con diferentes profesiones

El otro día, cuando fuí al banco a cobrar mi cheque, medio planeta estaba haciendo cola. Había tantísima gente, que decidí ir a otro banco de la misma "marca" para cobrar mi cheque, pero estaba igual, así que hice tiempo con otras cosas y me presenté en la cola, que había disminuido bastante. ¿La última? Yo. Ah, gracias. Y así estuve tres cuartos de hora.

Mientras pasa el tiempo, miras lo que ocurre a tu alrededor. Unos actualizaban libretas en esos cacharros que te ponen enmedio, otros acababan yendo al cajero automático... Ví a una mujer, con un bolso, entrar en el banco, como a muchas otras. Al cabo de un rato, la veo muy nerviosa mirando el interior de su bolso, dentro aún del banco, junto a la puerta de salida, mirando también a su alrededor, volviendo a mirar su bolso, cuando de repente grita:
-¡¡¡Me han robado!!!
Todos la miramos sin comprender. La mujer, desesperada, repetía que le habían robado un sobre con dinero, siendo que ella allí no lo había sacado, que sólo había ido a actualizar las libretas. Enseguida, esos directores que hay siempre en todos los sitios (y no el de la oficina bancaria), le sugerían que mirara mejor en el bolso. La mujer se miraba los bolsillos del abrigo, volvía a mirar el bolso, sin resultados.
-Por favor...-decía ella- ¡¡¡Que me han robado 1500 euros!!!!
Todos la miraron con lástima, pero sólo le decían "tranquilícese, señora", o "siéntese, señora". Y la señora, aún de pie junto a la puerta, casi lloraba repitiendo que no quería que nadie saliera del banco. Me fijé en los cajeros del banco, que no se molestaron en levantarse para atender a la señora. Me fijé en las cámaras de seguridad que estaban a la vista, y ninguna apuntaba hacia la cola ni a donde estaban las máquinas de actualizar libretas. Me fijé en el personal del banco, que seguían con su trabajo sin acercarse siquiera a saber qué le pasaba. Me indigné, porque incluso los allí presentes, por muy buena voluntad que mostraran, ninguno ayudábamos de ninguna manera a la mujer. El ladrón podía ser cualquiera de nosotros. O lo mismo ya se había salido. Lo que yo tenía claro es que yo no era la ladrona, y me enfurecí viendo que la impotencia se adueñaba de la mujer, que la indiferencia del banco era vergonzosa, y que la actitud de la gente era de resignación con la mujer "a veces pasa, señora", y de alivio con ellos mismos "anda, que vaya palo que te pase eso... menos mal que no me ha pasado a mí". La mujer era el centro de atención de todo el banco y nadie hacía nada. Así que me salí de la cola, me acerqué a ella, y le cogí una mano. La mujer se enseñaba el bolso:
-Mira, mira, me lo han robado... ¿Qué puedo hacer?
-Solicite hablar con el director del banco. Pero ya mismo. Esto es una vergüenza. Exija hablar con el director del banco.
La señora vio una luz de esperanza.
-¡Eso! ¡Quiero hablar con el director!¡Exijo hablar con el director!
A los dos segundos, apareció un tío encorbatado que ya había visto el panorama y se había vuelto a meter para adentro, y acompañó a la mujer hacia un despacho. No sé si era o no el director, pero escuché que le dijo a la señora que iba a llamar a la policía y así ponía la denuncia.

No sé si el banco se hará cargo de un robo que ha pasado en su interior, ni si hay imágenes de ello gracias a alguna cámara oculta. Ignoro si hay algún seguro que cubra el dinero robado del interior de un bolso. Pero dos cosas: Una, que el que roba dinero de un bolso merece morir. Y dos, que los bancos, como los abogados, no miran por la gente, sino por su propio lucro.

Hay una cosa que se llama empatía, que es la de sentir los sentimientos de los demás. Podía saber la desesperación de la mujer. Podía entender su nerviosismo. Pero también captaba la indiferencia de los demás, sobretodo del personal del banco. Y hay cosas que, si no puedo evitarlas, intento aliviarlas. Porque yo me he sentido muchas veces como esa señora. Y aunque no me robaran dinero, me he visto sola entre miradas de indiferencia.

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Esos comentarios...

1La nobleza opina

  • At 3:15 p. m., Blogger Satrústegui said…

    ...sensación que se agranda según aumenta el tamaño de la ciudad. Uno que está acostumbrado a las grandes ciudades y ya ve el crimen como "común", porque llega a acostumbrarse, sabe que esas miradas de indiferencia aumentan en esas ciudades. Por lo menos en sitios más chicos hay gente que, aunque no haga mucho, se compadece. Sinceramente en ese caso no había mucho que hacer. La señora puede poner la denuncia y poco más. Pero habría también que saber si efectivamente lo perdió en el banco, si pasó antes o quien sabe si en un descuido lo ha dejado por ahí.
    En cualquier caso espero que no le pase a nadie más.

     

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